Como en la conocida frase bíblica, muchos fueron los llamados, pero pocos los elegidos. Ya se sabía que la dureza del recorrido iba a causar muchas bajas en la convocatoria, pero aun así, cinco valientes, a pesar de tener todo en contra, osaron intrépidamente acometer la inmesa cantidad de subidas, bajadas, curvas y contracurvas que suponía el recorrido. Todo perfecto: buen tiempo, mejor ambiente y superior camaradería. En la foto, tomada al finalizar el recorrido, se puede apreciar que estábamos más frescos que una lechuga: parece que acabábamos de tomarnos un vermutito con boquerones. Bueno, ya queda menos para la prueba definitva del 22 de junio. Tiembla San Lorenzo, que vienen los tratranners.
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